¿Qué es una secuencia fotográfica? En el sentido artístico, no es el trabajo sucesivo en torno a un hecho o una persona, sino a lo desprendido de la unidad de propósito, el relato autónomo que se expande y cobra una significación especial merced a la eficacia de cuatro, cinco o seis imágenes, evidentes por sí mismas o de sentido descifrable a través del lenguaje de los símbolos o gracias al entendimiento poético. Por lo común, una foto valiosa capta un instante privilegiado por el tema o por el logro estético: por oposición, la secuencia busca ser al mismo tiempo fotografía y literatura, sin renunciar a ninguna de las dos empresas. Del campo de las secuencias, elijo a dos artistas muy distintos en sus procedimientos y algo cercanos en sus efectos o consecuencias : el mexicano Nacho López (1924-1986) y el norteamericano Duane Michals (nacido en 1932), de familia de origen esloveno.
I. EL DIRECTOR DE ESCENA. SI EL ÁNGEL LLEGA A TIEMPO, PODREMOS DESAYUNAR EN EL PARAÍSO O EN LA CAMA DOBLE
Los riesgos profesionales de Michals no tienen que ver con la aventura y el apoderamiento del instante. Ya en 1960, cuando exhibe en Nueva York sus primeras secuencias, Michals ha renunciado al azar y a la fotografía de intención realista. Metódico, estratega de la imagen, delibera con gran intuición e inteligencia. Sus secuencias son puestas en escena dirigidas con cuidado extremo. De seguro, Michals repasa las tomas, corrige, repite las veces que hagan falta y si en ocasiones cambia sobre la marcha, es con tal de frustrar a la rigidez.
Véase por ejemplo la serie El regreso del hijo pródigo, donde el vástago, hace tiempo ausente, llega a visitar al patriarca (Michals mismo). En la primera foto, el padre lee The New York Times. Enteramente desnudo y con expresión de abatimiento, el hijo entra en el cuarto. En la foto 2, el padre observa al hijo, visiblemente avergonzado. En la foto 3, el padre empieza a quitarse la ropa. En la foto 4, el hijo ya trae puesta la camisa del padre, y éste continúa desvistiéndose. En la foto 5, el padre, desnudo, y el hijo, vestido, se abrazan y se reconcilian… En El regreso del hijo pródigo, lo de menos es el aprovechamiento difuso de los Evangelios; lo demás son las ideas o las reacción es que a cada espectador le suscitan. ¿A qué nos enfrentamos: a una versión heterodoxa de la Biblia, al padre que imitará al hijo y se irá de la casa, a los símbolos incomprensibles, al relato que sólo se arma en el recuerdo? A la disposición interpretativa de quien la contemple, la fábula se sustenta en el virtuosismo de las imágenes, un virtuosismo de la inteligencia.
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El director de escena y el paseante
– En Luna Córnea 18. La máquina de narrar (Conaculta, Centro de la Imagen, 1999).