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La lucha libre en México: ¿Deporte o cultura?

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La lucha libre en México tiene una importancia cultural más allá de lo deportivo, y por ello, el Museo del Objeto del Objeto (MODO), situado en Cuauhtémoc, Ciudad de México, celebra cinco años de apertura con la exposición ‘La lucha libre de todos los días‘, en la que se revaloriza este deporte-espectáculo al invitar a una reflexión en torno a sus distintos valores.

Fotografías, trofeos, revistas, equipos, butacas, memorabilia, boletos, capas, audiovisuales, cuadros, carteles, calzones, mallas y, por su puesto, máscaras y cabelleras, forman parte de esta muestra que exhibe casi mil objetos provenientes de 10 colecciones, instituciones y museos, entre ellos del Centro de la Imagen (CI) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Esta exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 27 de marzo de 2016, forma parte del Festival Foto México 2015, donde el público podrá acercarse a este deporte popular con el cual se identifica a los m os en el mundo, con piezas coleccionadas a partir de 1899, y con un enfoque foto periodístico.

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En el ring son leones despiadados, en sus casas mansos cachorros

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Dicen que para hacer algo bien, solo puedes dedicarte a eso. Y parece que la fotógrafa mexicana Lourdes Grobet se tomó la máxima al pie de la letra, porque ha dedicado sus últimos 25 años de vida a retratar a los villanos de la lucha libre mexicana.

A lo largo de este tiempo, Grobet se ha abierto paso en un mundo de hombres, pero no como una exponente de la lucha, sino como la confidente de los rincones más secretos de estos casi líderes nacionales del México popular. El luchador es el héroe que empodera a las clases bajas. El ídolo espectacular y fuerte que evade al trabajador de su cruda realidad con sus victorias en el ring. La lucha libre mexicana es el primer deporte que levanta pasiones después del fútbol.

Con su tenacidad y confianza, la fotógrafa ha sido capaz de retratar al Enmascarado de Plata junto a su mujer e hija, o al famoso y duro en el ring Dotor X junto a su mujer, sentado, y con una imagen de la Virgen de Guadalupe.Con tan solo un cambio de escenario, del ring al hogar, el león se domestica. Aunque, detrás de la máscara, nunca sabremos quién hay. El luchador que la pierde en el combate no la puede vestir nunca más. Y los que la llevan, tanto en el ring como en su casa, es porque no han sido desenmascarados.

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Retratos del coleccionista adolescente, por Alfonso Morales

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El entorno familiar de Christian Cymet, nacido en la ciudad de México en 1975, le hizo proclive a la abogacía como profesión y al cultivo del 120 coleccionismo en sus ratos de ocio. El licenciado en derecho y maestro en administración pública, quien se formó en escuelas maristas y actualmente presta sus servicios en una de las ramas del poder judicial de la federación , dirigió desde temprana edad su curiosidad colectora hacia un mundo en que la ley no es precisamente el espíritu justiciero que se representa como una mujer con los ojos vendados y al cuidado de una balanza ecuánime, sino el catártico simulacro que hace de las arenas un tribunal desaforado.

El coleccionista Cymet se ha obsesionado con las múltiples manifestaciones, tan terrenales como mitológicas, de ese universo llamado lucha libre mexicana. De su historia remota y de su acontecer más reciente ha querido saberlo todo, tenerlo todo. La paciente acumulación de más de dos décadas ha dado como resultado una memoria documental, objetual, gráfica, hemerográfica, fotográfica y fetichista que ya reclama el estatus de museo.

La colección de cabelleras y máscaras que en su larga vida como aficionada número uno logró reunir doña Virginia Aguilera; las artesanías y juguetes que en las ferias pueblerinas replican la colorida imagen de los luchadores; ejemplares sueltos y volúmenes completos de las revistas Ring, Clinch, El Halcón o Lucha Libre; archivos compuestos por los negativos de fotógrafos que trabajaron para éstas y otras publicaciones especializadas; carteles, programas, álbumes y postales autografiadas; retratos grandes y pequeños de los luchadores de las más distintas épocas; y, por supuesto, la propia memoria del coleccionista, enriquecida por cada nueva adquisición, se cuentan entre las posesiones y rarezas del Insólito Museo Cymet, de cuyos clósets y gavetas habrá de salir algún día una Historia Ilustrada de la Lucha Libre Mexicana.

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Retratos del coleccionista adolescente

– En Luna Córnea 27. Lucha Libre (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2004, Bilingüe). Agotado

Los archivos secretos del Murciélago Velázquez, por Orlando Jiménez

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La lucha libre, como el más rústico o refinado de los teatros, requiere de que las personas se conviertan en personajes. Unos en la vida diaria, otros distintos en el cuadrilátero, los luchadores son por gusto y necesidad multifacéticos. En los anales del catch mexicano quizá no exista nadie que pueda competir con José Jesús Velázquez Quintero, nombre civil de quien combatió en las arenas como El Murciélago, en cuanto a la versatilidad de los oficios desempeñados. Del siempre enigmático Murciélago Velázquez puede decirse que fue aventurero, policía, poeta, cuentista, amigo  de la guitarra, estudioso de la herbolaria, argumentista de cine y antropófago.

Velázquez Quintero nació en un rancho del municipio de Dolores Hidalgo, Guanajuato, en 1910, y murió en la ciudad de México en 1972. Murci, como le llamaban sus más allegados, fue un revolucionario del espectáculo de la lucha libre. La imaginación de su espíritu inquieto trajo nuevos aires a la parafernalia y los ritos del pancracio mexicano. Esa misma inventiva estuvo presente en las demás actividades de aquel enmascarado que en la última etapa de su vida disputó las glorias del Niño Fidencio.

A lo largo de su vida, el Murciélago Velázquez recopiló información miscelánea sobre sus diversas actividades, con la que el propio luchador y su familia dieron cuerpo a tres álbumes. Esas colecciones de imágenes y documentos son, indirectamente, sus apuntes autobiográficos, cabos sueltos para la restitución de su leyenda. La gentileza de la familia Velázquez Serrano permite a Luna Córnea ofrecer una visita guiada a los archivos secretos del Murciélago. A través de estas dispersas huellas aletea de nueva cuenta el quiróptero que una noche legendaria dejó tuerto a Merced Gómez, el Tigre de Mixcoac. Agradezco la valiosa colaboración del fotógrafo Francisco Arreguín y de Arturo Velázquez Serrano en la elaboración de esta reseña.

Ver texto en línea a partir de la pág. 83:

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– En Luna Córnea 27. Lucha Libre (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2004, Bilingüe). Agotado

Mi lucha (libre), por Salvador Novo

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[…] El encanto, la fascinación que ese dignificante espectáculo ejerce sobre una afición de tal manera creciente que los empresarios han juzgado oportuno ofrecerlo por partida doble en dos arenas de la ciudad, es en el fondo el mismo que el cine ejerce sobre una población que sostiene en México seiscientos cincuenta cines dispersos en la república –y en los Estados Unidos diecisiete mil salas que se llenan cada semana con ochenta y cinco millones de espectadores. El box […] recoge en su equilibrio de pesos, en sus limitaciones reglamentarias y honorables, debidas a un marqués, y aun en el hecho de que se ejerza con esa cáscara de las manos que son los guantes, toda una larga tradición de pulcritud y de “honor” que cada vez va menos de acuerdo con la época. Como en los duelos a sable o a pistola, el box se sujeta a reglas y el referee desempeña en el ring el adusto papel de un imprevisto, o distraído, padrino despojado de la levita y la chistera. El cine, en cambio, nos presenta los conflictos tal como ocurren en la vida; entre un villano que puede ser, a la griega, la adversidad abstracta; o a la que te criaste, cualquier desgraciado, o una mujer sin entrañas, o con ellas negras, o un mal hijo con sus padres –o lo que usted quiera–, y un héroe que nos simpatiza. Los espectadores del cine asisten al desarrollo expositivo de una larga historia en diez rollos que está llena de incidentes laterales, pero que fundamentalmente consiste en la lucha que el héroe emprende contra el villano y éste contra aquél, hasta que transcurrida una hora y media, el villano sucumbe ante la fuerza gallarda del héroe, y éste cae en brazos de la heroína, se dan un beso –y la luz se enciende sobre los carrillos satisfechos y manimasticantes de una concurrencia detumescida.

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Mi lucha libre

– En Luna Córnea 27. Lucha Libre (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2004, Bilingüe). Agotado