Tiene la palabra Evgen Bavcar, fotógrafo ciego, nacido en la antigua Yugoslavia en 1946, en Lokavec, un pequeño poblado esloveno cerca de Trieste, localizado en un valle al pie de una montaña que los lugareños llaman la Montaña de los Ángeles.
La vida de Bavcar está marcada por dos clicks decisivos. A los diez años pierde un ojo con la rama de un árbol, al correr con sus amigos por el bosque; un año más tarde, juega con un martillo y un curioso objeto metálico -que resulta ser una mina abandonada durante la última guerra. Primer click: La explosión del artefacto lo deja sin su segundo ojo. Pero no queda ciego de inmediato, ya que entre la explosión y su pérdida definitiva de la vista, transcurren seis meses. Durante este lapso, su madre (viuda desde que Evgen tenía seis años) y otros familiares lo proveen de gran número de libros y materiales visuales: Brigitte Bardot, Kruschev, Eisenhower, Sofía Loren, la Mona Lisa, el Everest y la Basílica de San Pedro asisten al largo adiós de su vida ocular.
Ya completamente ciego, Bavcar prosigue su formación en el instituto para ciegos de la capital eslovena y, posteriormente, en un liceo. Como afirmación de su continuada participación en el mundo de las imágenes, a los 16 años, Bavcar le pide prestada a su hermana su cámara Zorki, versión soviética de la Leica, y un buen día, mientras otros jóvenes hacen fotos a sus amigas, Bavcar siente el impulso de hacer lo mismo. Segundo click.
Era la niña que más me gustaba. Fue algo destacado. Ahora no sé dónde está aquella primera fotografía. El placer que experimenté entonces surgió del hecho de haber robado y fijado en una película algo que no me pertenecía. Fue el descubrimiento secreto de poder poseer algo que no podía mirar.
Bavcar se matricula en la Universidad de Liubliana para cursar dos licenciaturas, Filosofía e Historia. Al graduarse, es nombrado primer profesor ciego en la historia de Eslovenia, impartiendo clases de geografía en un instituto. Cuenta acerca de Bavcar uno de sus entrevistadores, Manuel López: «Sobre un plano del norte de Yugoslavia, me pide que busque Trieste, y desde allí me va encaminando por la geografía de su país. Impresionante. ‘Pues así daba clases’, me explica . ‘Con que un alumno me localizase un punto de referencia, ya era suficiente'».
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