Por Gonzalo Valdés Medellín
Galardonada con el Premio Cámara de Plata 2015, por su trayectoria en el periodismo mexicano, Christa Cowrie ha sido una figura esencial en el panorama del fotodiarismo, el teatro y la danza contemporáneos. Sus trabajos, que han dejado testimonio del paso de creadores escénicos y dancísticos en innumerables festivales, han constituido también crónicas vigorosas de espacios determinados de tiempo, que han coadyuvado a entender y perpetuar la creación de artistas disímbolos como, por sólo poner unos ejemplos, el recientemente fallecido Ko Murobushi, y su estética Noh; Emmio Greco; la corporación O Vertigo; o todo lo que, en su trabajo como fotógrafa del Festival Internacional Cervantino ha retenido en imágenes inolvidables, penetrantes rastreos de búsqueda visual y perceptiva, a través de la estética surgida de su propia lente, la lente de una fotógrafa de nuestro tiempo, fuera de serie.
Creadora asombrosa de espacios visuales sintetizados con inteligencia, elegancia y sofisticada perspectiva de la condición humana y la desnudez del arte, Cowrie ha sabido construir una fotografía siempre sorprendente, pero fiel a la esencia de las particularidades de cada fenómeno escénico por ella recreado, avisorado, reconstruido, con una calidad que no tiene parangón, pero que sí ha marcado no sólo a muchos de sus discípulos, sino incluso a generaciones de jóvenes creadores del arte dancístico que han hallado inspiración en su fotografía.
En el Museo Archivo de la Fotografía, la revista Cuartoscuro dirigida por Pedro Valtierra entregó el Premio a Christa Cowrie “fotógrafa admirable, particularmente del diarismo y la danza”, que ha sido ejemplo por “sus ganas de hacer fotoperiodismo”, ha dicho Valtierra.
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