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Gerardo Montiel exhorta a valorar trabajo de fotógrafos mexicanos

KARINA JUAREZ

En México se habla mucho de escritores, guionistas, artistas plásticos, pero no de fotógrafos, “es hora de voltear a verlos, porque su trabajo en México es bien visto en el extranjero”, aseguró Gerardo Montiel Klint.

El fotógrafo mexicano, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2003 y 2009), comentó a Notimex que en México existe potencia, pero no hay interés, visibilidad y ni canales para los artistas de la lente.

El también curador lamentó que el espectador mexicano no conozca a sus fotógrafos, “es preocupante y creemos que es hora de voltear a ver a nuestros fotógrafos”.

Montiel Klint, Gabriela González Reyes y Ana Casas Broda exhibirán “Develar y Detonar. Fotografía en México 2015”, a partir del 2 de junio, en el Festival Internacional de Fotografía y Artes Visuales PHotoEspaña, que en esta ocasión está dedicado a la Fotografía Latinoamericana.

En la muestra, los fotógrafos revisan la producción fotográfica en México a través de 52 autores que abren el debate sobre la imagen fotográfica contemporánea a partir de 325 imágenes y 10 videos, cuya producción va de 2004 a 2015.

Organizada junto a la Fundación Televisa, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Centro de la Imagen, la muestra invita a reflexionar sobre el panorama complejo y fértil de la fotografía en México, que detona en nuevas y arriesgadas formas de construir el discurso fotográfico.

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El cuerpo, la vida, la fotografía, de Karla Hernández Lara

portada Karla Hernandez

Esta edición se propone hacer eco del trabajo plurilingüista de Ana Casas, intercalando, para dar énfasis, imágenes y textos de su libro Álbum, e integrando los conceptos aquí tratados. Asimismo, conjugar la producción fotográfica de Casas, con una teoría y una práctica, así como analizar las posibilidades del medio expresivo y estético que la fotógrafa eligió como forma de vida. Al compartirlo, Ana ha cambiado la manera de ver y mirar el interior desde el exterior. Ella muestra sin tapujos sus miedos más íntimos, haciendo público un mundo privado. Desde la manera de enfocar y colocar la cámara, la fotógrafa se postula como el sujeto mismo de su discurso. | Karla Hernández Lara

Este trabajo obtuvo el Premio Nacional de Ensayo sobre Fotografía 2012 y con ello su publicación en 2013.

El cuerpo, la vida, la fotografía, de Karla Hernández Lara se editó bajo los auspicios de Conaculta, Centro de la Imagen y Cenart, y es uno de los cuatro títulos que integra la colección de Ensayos sobre Fotografía del Centro de la Imagen.

La presentación de la colección de Ensayos sobre Fotografía se realizó el martes 4 de febrero de 2014 en la Biblioteca de México.

«Kinderwunsch» celebra el cuerpo humano como albergue, habitación y refugio

casas

Para hacer frente a la finitud de lo soplos vitales y para ayudar a sus futuras rencarnaciones, Ana Casas ha armado en Kinderwunsch un personalísimo e inimitable modelo de álbum familiar, en las antípodas del monumento que el presidente Miguel Alemán inauguró en 1949 como homenaje a las estoicas madres mexicanas, ésas que nos quisieron antes de conocernos y todavía saben llorar al estilo de Sara García”, expresó el especialista Alfonso Morales en la presentación del impactante volumen en el Museo Tamayo.

En tanto secuela de su anterior proyecto bibliográfico –Álbum (2000)– Kinderwunschproblematiza las nociones aceptadas que han hecho del retrato el mausoleo que normaliza identidades y genealogías, el combustible que mantiene vivos los fuegos fatuos de la celebridad y la fama, y el medio disciplinario y controlador de las efigies, siguió el curador y escritor de la fotografía.

“Por la vía del diario y el autorretrato –estrategias favorecidas por el arte contemporáneo–, el notable fotolibro de Ana Casas celebra el cuerpo humano como albergue, habitación y refugio. No es poca cosa en un horizonte civilizatorio, donde la vida parece diluirse en el trajín de las multitudes sin nombre, en la impostura consumista y en la fatalidad de la violencia”, acotó Morales.

En el acto, moderado por Mauricio Mallei, director de artes visuales de la Fundación Televisa, Itala Schmelz preguntó sobre lo que hay en estas fotos que me impresiona tanto. La directora del Centro de la Imagen contestó: Tener todo el tiempo esa sensación de la tremenda sinceridad obscena. Agregó que aquí hay, sobre todo, un documentalismo obsesivo, casi en un sentido hiperrealista, pero, por el otro lado, una absoluta seducción hacia un lugar difícil de aprehender, onírico, inconsciente.

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La maternidad al desnudo

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Kinderwunsch es la palabra en alemán que alude al deseo de tener hijos y la que titula el proyecto más reciente de la fotógrafa Ana Casas Broda (Granada, 1965). En él se tiene acceso desde múltiples aproximaciones a una parte de su maternidad, la documentada durante siete años; una reflexión no sólo sobre esa experiencia intensa, compleja y transformadora, sino de la propia fotografía como un medio capaz de reestructurar la manera de concebir la realidad.

Para lograr embarazarse, Ana había requerido de tratamientos de reproducción asistida. Tras la llegada de Martín, su primer hijo, decidió someterse de nueva cuenta a tratamiento, con la esperanza de tener un segundo bebé. Decidida a documentar todo el proceso, la cámara le acompañó en todo momento: desde las visitas al laboratorio de inseminación hasta el alumbramiento de Lucio.

Conforme Martín y Lucio crecían, Ana quiso involucrarlos de manera más activa en la serie. Entonces comenzaron a suceder las acciones que harían de Kinderwunsch un proyecto, también, de fotografía construida. Ana pedía a los chicos que sugirieran juegos en los que  estuvieran involucrados los tres. En algunos había plastilina; en otros, plumones; en algunos más, leche o crema batida. Ana fotografiaba los juegos accionando el control remoto que siempre traía en la mano.

En la construcción de esas imágenes, poderosas metáforas de la maternidad y de su nuevo rol como individuo, se volvió más consciente de su fragilidad, se descubrió con mayor capacidad de vivir el presente y halló que la línea delgada que separa la percepción del cuerpo como objeto sensual de aquella que lo percibe como uno no sensual se diluye hasta volverse confusa cuando se trata del cuerpo de una madre.

En proyectos anteriores, como Álbum o Cuadernos de dieta, Ana había utilizado ya la fotografía para explorar la identidad, la memoria, el paso del tiempo o el cuerpo, nuevamente presentes en Kinderwunsch, pero esta vez como ingredientes de la transformación que significa ser madre.

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Kinderwunsch: Ana Casas Broda, por Magali Tercero

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Es dolorosa y bella, muy bella, de factura impecable. Y, es debo decirlo después de hacer una pausa, una obra llena de verdades implacables. Una auténtica obra de artista dispuesta a bucear, sin piedad, en el noveno infierno, en el mar inhóspito y cálido a la vez, de su propio inconsciente. Elocuencia estética y valentía son, para esta cronista, elementos centrales en Kinderwunsch. ¿Podré calificar así el potente ensayo fotográfico de Ana Casas Broda? Mexicana por decisión propia, austríaco–española de origen y nacida en 1965, llegó a México, para quedarse, en 1974, después de nacer en Granada y crecer entre Viena y Nueva York. Pero volviendo al tema: implacable es una palabra fuerte, llena de significados y densidades y texturas. No tengo otra para comunicar el proceso de confrontación que la autora sostuvo consigo misma a partir de su maternidad. Ella y sus hijos son el objeto de estudio en este álbum, en esta obra —porque se trata de un libro–obra, como lo considera ella—–, que se inicia con el tema de la infertilidad (cinco años de tratamiento angustiante tanto para ella como para Val, el padre). “Kinderwunsch en alemán es el deseo de tener niños, y como quería jugar en esta narración con los sentidos de las palabra deseo, niñez, maternidad, lo titulé así”.

Acciones y narraciones La obra, editada por La Fábrica en España este 2013, también es una narración en los niveles de la imagen y la escritura, trabajo digital con las fotografías y resultado de “acciones”. Casas Broda escribe un diario sobre el tratamiento contra su propia infertilidad, iniciado en Austria, que incluyó visitas a una serie de médicos “top” mexicanos que no lograban resultados. En medio fluyen emociones contradictorias: la alegría profunda de crear vida y relacionarse con dos seres recién venidos al mundo, la profunda tristeza de recordar una infancia de abandonos y periodos sin abrazos y cariño paternos. También documentó el segundo embarazo porque Casas Broda logró tener dos hijos: Martín y Lucio. Durante el proceso de impresión del libro, la artista fue invitada a participar, por la especialista Susan Bright, en una exposición colectiva de imágenes muy polémicas: en su libro están no solo la desnudez de la madre sino el contacto de los niños con su cuerpo desnudo. Todavía puede verse en Photographers Gallery, en Londres.

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El roce de los lenguajes, por Beatriz Novaro

Beatriz Novaro

Hace casi dos décadas di un taller en el Centro de la Imagen. Patricia Mendoza me invitó, ya que habíamos coincidido en Coyoacán en algunas lecturas de poesía y trabajado juntas en algunas películas. Me emocioné pues Patricia es un ser inspirado y amable, aunque también pensé que yo no tenía nada que enseñar a los escritores ni a los fotógrafos, por lo que era una locura aceptar dar un taller sobre texto y foto.

Practiqué toda una tarde frente al espejo lo que diría el primer día. Tomé el tiempo: dos horas. Más que suficiente. Seguramente las dos horas restantes se organizaría la discusión colectiva y me sentaría tranquilamente a escuchar. En los primeros cinco minutos había consumido lo que en casa llenaba el tiempo necesario. Cuando me di cuenta de que me había atragantado las palabras, fue muy tarde. Adelanté la discusión colectiva, aterrada de que el vacío interior me hiciera perder el control y me pusiera a llorar o reír a carcajadas, como acostumbraba, de puros nervios. Les solicité un texto al vapor, con eso me salvaba.

La sorpresa fue mayúscula pues el grupo mostró inquietudes muy interesantes. Algunas cuartillas estaban mal redactadas, pero llenas de chispazos. Luego resultó que había no sólo fotografías increíbles sino también proyectos de libros que, si bien en ciernes, prometían ser muy estimulantes. No podría hablar de todos los que integraron aquel taller pues les perdí el rastro a muchos de ellos, pero con algunos integrantes continué la amistad y seguí de cerca sus trayectorias.

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El roce de los lenguajes

– En Luna Córnea 33. Viajes al Centro de la Imagen I (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2011). Disponible en librerías Educal http://www.educal.com.mx