Por Sonia Ávila
La belleza del cuerpo humano en la fotografía de Rogelio Cuéllar (Cd. de México, 1950) evoca la poética de un paisaje. La línea curva, la sombra, el brillo y la textura hacen de las anatomías desnudas una suerte de narrativa erótica que congelan el binomio amor-pasión, ajena de “telarañas pornográficas”.
A ello responde que durante cuatro décadas el artista de la lente ha clavado su mirada en el eros del ser humano con el mismo interés que en el paisaje urbano y rural o en el retrato de personajes públicos en un ejercicio de búsqueda de la divinidad natural, de la armonía de la belleza.
«El desnudo es parte de un proyecto que vengo trabajando paralelamente desde que comencé a hacer fotos en 1967, desde entonces hice mis primeros desnudos. Todos los cuerpos son bellos, sólo hay que saberlos mirar”, declara Rogelio Cuéllar, quien trabaja principalmente la fotografía analógica en blanco y negro.
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