Por Sonia Sierra
En su portafolio no le faltan una libreta y una pluma fuente, que son tan socorridas como sus cámaras Rolleiflex, Leica y una Nikon de las viejitas. Ahí están también sus cigarros, alguno de los tres encendedores Zippo (uno de los cuales tiene grabado el nombre Elizondo), sus lentes de sol y de lectura. Apunta en la libreta los proyectos, datos de los lugares, las fotos y documentales que hizo y hará.
Una de las cosas que más identifica a Paulina Lavista es que archiva de una manera meticulosa, conserva incluso los borradores y eso le ha permitido construir una memoria de su trabajo, junto al que hizo Salvador Elizondo, su esposo por 37 años.
Lavista, con un acervo de más de 100 mil negativos, tiene en ellos la memoria de escritores y artistas mexicanos y extranjeros con quienes convivió junto a su esposo; desde Octavio Paz y Juan Rulfo, hasta Carlos Fuentes y Jorge Luis Borges, a quien retrató en Teotihuacan en la que es quizás su más recordada foto, aunque recordados son también sus desnudos de vedettes para las revistas de los voceadores y otras publicaciones.
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