Por Claudia Montecinos
Con más de 40 años de carrera, Graciela Iturbide se constituye como una de las figuras más importantes de la fotografía latinoamericana. Con un lenguaje desde el alma y una mirada explícitamente subjetiva, la fotógrafa mexicana presiona el disparador para congelar momentos íntimos en los que sólo ella puede ver una perspectiva única de los objetos. Desde paisajes nativos de México a objetos que pertenecieron a la artista Frida Kahlo, las instantáneas se presentan con una alta carga de sensibilidad.
A pesar del paso del tiempo, Iturbide asegura poseer el mismo lenguaje de siempre, que ha sufrido influencias de los contextos, las vivencias, pero que al final es la misma mirada variando los temas. Su carrera comenzó capturando las zonas indígenas de Juchitán, en el sur de México, y el territorio de los seris o “los que viven en la arena” al norte del desierto de Sonora. Oficio que luego se trasladó hacia los objetos, las plantas y los paisajes extravagantes a ojos de la autora.
UN LENTE PARA CONOCER EL MUNDO
“Mi cámara es un pretexto para conocer el mundo y su cultura”, afirma la mexicana, quien ha recorrido su país natal y el mundo ejerciendo la fotografía. Sin embargo, admite que se plantea de una perspectiva personal e individual que no ambiciona con mostrar una realidad única, sino que se mantiene abierta a las reinterpretaciones.
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