La construcción de la nueva capital brasileña se inició en el año de 1956, dejando a cargo de dicha construcción al urbanista Lucio Costa, al arquitecto Oscar Niemeyer y al paisajista Roberto Burle. Es así como, de manera resumida, nace la ciudad de Brasilia. La creación de la nueva capital trajo consigo a un gran número de personas, tanto nacionales como extranjeras, que se instalarían ahí con el motivo de la construcción de la que sería la capital de Brasil.
La nueva ciudad contenía ahora los principales órganos de gobierno y su arquitectura blanca, fría y solitaria mostraba un resplandor de prosperidad y orden. Pero a su vez surgían escenarios antagónicos que mostraban un lado más cálido, más colorido y mucho menos calculado: el Núcleo Bandeirante. El contraste de la ciudad de Brasilia, así como de las ciudades periféricas a ésta fue captada a través de la lente del fotógrafo brasileño Joaquim Paiva, quien llegó en 1970 a la nueva capital en su papel de diplomático. Paiva comenzó a recorrer las calles de la ciudad que lo albergaría durante años. Luego tomaría fotografías, tal vez en un intento por conocer la metrópoli y de acercarse a ese “otro” que la habitaba.
En ese entonces, menciona el curador brasileño Evandro Salles, la ciudad se mostraba a sí misma a través de dos caras: por un lado podía encontrarse restos de una estructura arcaica, mientras que por otro lado la arquitectura nueva exhibía un tinte civilizatorio. Ambas facetas de la ciudad fueron fotografiadas por Paiva, quien recorre la nueva ciudad y muestra ese Plan Piloto frió, solitario, vacío, que expuso en blanco y negro. Edificios cuadrados que se alzan hasta el cielo, caminos bien planificados, áreas verdes en las que los árboles en línea se adecuan para crear la composición de un paisaje idóneo.
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