Mi primer acercamiento a la fotografía fue bastante lúdico. Comenzó espiando a mi padre en el cuarto oscuro que tenía montado en la azotea de mi casa, y después en la adolescencia tomando fotos de las vacaciones. La verdad fue hasta como los dieciocho o veinte años que me inscribí a un curso de fotografía en blanco y negro en Guadalajara. Allí decidí seguir esta práctica como profesión, y hasta ahora ha representado tanto mi oficio del cual vivo, como el medio desde el cual mis preguntas se vierten al mundo.
En mis series Recetas de la felicidad (2008), Vista perdida (2007) e Hilo de mi vida (2006) hablo de la búsqueda incesante del ideal normativo de ser mujer. Son exploraciones que surgieron de forma muy orgánica para hablar de aquello que significa el cuerpo femenino, con sus características biológicas en un contexto social determinado, así como de las relaciones que se establecen y se definen en la cultura a través de la imagen. Mi trabajo ha sido, en gran medida, un escaparate para hablar de mí misma, para cuestionar y poner sobre la mesa las estructuras en donde se instituyen los roles de género y la manera en que se va construyendo una identidad a partir de lo que nos es impuesto y de lo que vamos obviando y reconstruyendo de nosotros mismos.
Paraíso perdido (2010), por ejemplo, es una serie documental conformada por retratos de los habitantes de los municipios El Salto y Juanacatlán, en Jalisco, que han enfermado recientemente por la supuesta contaminación del río Santiago. El objeto de este proyecto es denunciar el alto grado de contaminantes del río producido por los desechos industriales arrojados por las empresas del corredor industrial, asentado allí desde hace más de treinta años. Lo que ha provocado un cambio en la calidad de vida de los pobladores. Creo que la imagen tiene un gran poder de testimonio e inmediatez, y por ello su responsabilidad es mostrar aquello que transforma la vida de cualquier ser humano; en este caso, se trata de un problema no solo en mi localidad sino en el mundo entero: la contaminación del agua.
Para la serie 28/14 (2012) retraté a distintas mujeres en edad reproductiva, en el día de su ovulación y menstruación. Este trabajo está inspirado en los documentales científicos que muestran el funcionamiento del cuerpo humano a partir de los cambios hormonales. La tipología sugiere una cierta estética que evoca la objetividad científica que sugiere la toma de control sujeto-objeto (fotógrafo-fotografiado). Este trabajo quiere poner en evidencia el tabú sobre la menstruación de una forma visual no literal. La presencia del sujeto fotografiado y su mirada (que es la mía también) buscan cuestionar la distancia discursiva, formal y normativa de los cuerpos en el andar cotidiano.
Leer texto:
– Paula Islas se hizo acreedora al Premio de la XV Bienal de Fotografía 2012.