Para ser tal, los espectáculos deben sorprender, atraer la mirada, hacer que cunda el silencio, escuchar atentamente, gritar, suspirar, llorar, reír, mover el alma en sus recuerdos más íntimos. Esta es la materia de la exposición Héctor García, crónicas del espectáculo, instalada en la Galería del Auditorio Nacional.
Héctor García va más allá del escenario y muestra a los personajes en los camerinos, en la calle, con elefantes, con sus vestuarios brillantes, iridiscentes, con sus cuerpos bellos, según el concepto platónico de la proporción de las formas.
El espectáculo puede estar en la calle, como se muestra en una imagen sin título ni fecha, donde una bailarina es captada en vilo, grácil, en Paseo de la Reforma, cuando la escultura ecuestre de Carlos IV, El caballito,cabalgaba en un mismo punto. Hoy está dañado porque al ser restaurado le hicieron lo contrario.
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