Archivo por días: 8 octubre 2013

Payaso publicitario, por James Oles

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Recortado contra una entrada oscura, el payasito triste retratado por Manuel Álvarez Bravo voltea la cara al sol, apartando su mirada de la cámara, parado sobre la banqueta de la calle de Allende en el centro histórico de la ciudad de México. ¿Es la mañana? ¿Apenas empieza la jornada? La figura está levemente fuera de foco, como si se hubiera movido justamente cuando Álvarez Bravo disparó. No hay aquí ni banda musical, ni elefantes, menos aún un maestro de ceremonias gritando, aunque sí una cacofonía de textos estridentes que cubre la fachada del edificio, como en una feria de pueblo: La Casa de los Artículos para Niños. ¡Tráiganlos, nosotros nos encargamos de vestirlos! En artículos para caballeros somos los únicos: nuestros precios convencen. Por terminación de balance castigamos todas nuestras existencias con un 30%.

Atrapado como un juguete, con su inmaculado traje de Pierrot y su maquillaje aún fresco, el pobre payasito parece incapaz de hacer reír, y menos a los pocos transeúntes que examinan los escaparates (sólo el fotógrafo le hace caso). Parece un niño, pero no tiene por qué serlo. Aunque no es miembro de un circo, este payasito sí es un trabajador, un anuncio viviente, antecedente de las computadoras de peluche, de las chicas go-go o del detestable Ronald McDonald, que siguen bailando en las entradas y las avenidas, hoy más chillantes y más cursis porque la competencia es aún más fuerte, porque los coches pasan más veloces. Como trabajador solitario, este payaso nos recuerda al hombre balanceándose sobre la escalera en el Tanque de petróleo no.1 de Tina Modotti, o mejor aún, a La elegancia y la pobreza. Pero no obstante su aislamiento, aquí no hay didáctica proletaria sino ambigüedad poética .

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Payaso publicitario

– En Luna Córnea 29. Maravilla (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2005, Bilingüe). De venta en librerías Educal.