La lucha libre, como el más rústico o refinado de los teatros, requiere de que las personas se conviertan en personajes. Unos en la vida diaria, otros distintos en el cuadrilátero, los luchadores son por gusto y necesidad multifacéticos. En los anales del catch mexicano quizá no exista nadie que pueda competir con José Jesús Velázquez Quintero, nombre civil de quien combatió en las arenas como El Murciélago, en cuanto a la versatilidad de los oficios desempeñados. Del siempre enigmático Murciélago Velázquez puede decirse que fue aventurero, policía, poeta, cuentista, amigo de la guitarra, estudioso de la herbolaria, argumentista de cine y antropófago.
Velázquez Quintero nació en un rancho del municipio de Dolores Hidalgo, Guanajuato, en 1910, y murió en la ciudad de México en 1972. Murci, como le llamaban sus más allegados, fue un revolucionario del espectáculo de la lucha libre. La imaginación de su espíritu inquieto trajo nuevos aires a la parafernalia y los ritos del pancracio mexicano. Esa misma inventiva estuvo presente en las demás actividades de aquel enmascarado que en la última etapa de su vida disputó las glorias del Niño Fidencio.
A lo largo de su vida, el Murciélago Velázquez recopiló información miscelánea sobre sus diversas actividades, con la que el propio luchador y su familia dieron cuerpo a tres álbumes. Esas colecciones de imágenes y documentos son, indirectamente, sus apuntes autobiográficos, cabos sueltos para la restitución de su leyenda. La gentileza de la familia Velázquez Serrano permite a Luna Córnea ofrecer una visita guiada a los archivos secretos del Murciélago. A través de estas dispersas huellas aletea de nueva cuenta el quiróptero que una noche legendaria dejó tuerto a Merced Gómez, el Tigre de Mixcoac. Agradezco la valiosa colaboración del fotógrafo Francisco Arreguín y de Arturo Velázquez Serrano en la elaboración de esta reseña.
Ver texto en línea a partir de la pág. 83:
– En Luna Córnea 27. Lucha Libre (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2004, Bilingüe). Agotado