Archivo por días: 9 agosto 2013

Las traigo muertas, por Mauricio Molina

Mauricio Garcés

Mauricio Garcés es la encarnación del gigoló mexicano. A diferencia del estereotipo machista, saturado de plomo y tequila personificado por Pedro Infante y Jorge Negrete, o al cosmopolitismo de Arturo de Córdova, Mauricio Garcés remite a figuras mucho más cercanas a su propio tiempo como Marcello Mastroianni o Gian Carlo Gianini. Picaresco como sus sosias italianos, este libanés mexicano que hizo de las suyas en programas televisivos como Sonrisas Colgate, alIado de Antonio Badú, muy bien podría ser una versión humanizada del camello de Carne!. Lo recordamos, entrañable e ingenuo, en aquellos anuncios de las camisas Arrow, donde la desnudez y el deseo se insinúan en una sobredosis elíptica de malos entendidos.

A partir de filmes como Modisto de señoras, Fray don Juan, o Departamento de solteroMauricio Garcés hizo de su propio nombre una suerte de marca de agua. Cientos de niños nacidos entre los años cincuentas y sesentas –entre los cuales me cuento sin ninguna vergüenza– deben su nombre consciente o inconscientemente a Mauricio Garcés. Su gestualidad, siempre ambigua y contradictoria, evidencia ese temor al sexo y a la mujer tan característicos de una clase media producto del bastardaje entre el machismo prostibulario y las buenas costumbres propias del Manual de Carreño. Pero Mauricio nos muestra también el goce del pudor. Basta recordarlo mordiéndose los dedos frente a esas mujeres felinas, conducidas por los calores del instinto y cuyo comportamiento había que domar o someterse a él. En sus películas las mujeres tienen la iniciativa, abandonan una pasividad demasiado arquetípica para contraatacar con las armas del deseo, a lo que Mauricio responde con el impudor de la timidez: la huída, el tartamudeo, la franca escapatoria.

Sólo lo irrepetible es verdadero. Producto de una era muy específica de nuestra historia, Mauricio Garcés es inimitable: con su sonrisa de camello, sus batas de seda, sus pantuflas de gamuza, nos recuerda que nunca fuimos tan ingenuos como en aquel momento … y que nunca más volveremos a serlo.

– En Luna Córnea 24. México Cinema (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2002, Bilingüe).

Walter Reuter. Still de la película “Raíces”

Walter Reuter

Walter Reuter nació el 4 de enero de 1906, en Berlín, donde se inició en el oficio de fotograbador. Años más tarde, entró en relación con los movimientos de vanguardia de los años veinte y treinta, sobre todo con el teatro y la danza expresionistas. Hacia 1929 realizó sus primeros fotorreportajes y poco después trabajó para el Arbeiter-lIIustrierter-ZeitungYa en España, realizó reportajes sobre la Guerra Civil.

En 1942 llegó a Veracruz en el barco portugués, el San Thomé, junto a cientos de perseguidos que debieron abandonar Europa. Aquí reinició su actividad como fotógrafo, publicando reportajes en Nosotros, Hoy, Siempre!, Mañana y otras publicaciones de la época, y realizó sus primeros cortometrajes, muchos de los cuales se perdieron cuando en 1982 se quemó la Cineteca Nacional. Pronto se sumó al equipo de Manuel Barbachano Ponce y Teleproducciones como camarógrafo de los noticieros Cine Verdad y TeleRevista, para los que realizó varios cortometrajes documentales y largometrajes, entre ellos Raíces, El brazo fuerte y Los pequeños gigantes.

Elogiada en Europa, entre otros por George Sadoul,  Raíces (1953), de Benito Alazraki, ganó además el premio de la crítica en el Festival de Cannes 1955. La cinta se basa en varias narraciones de Francisco Rojas González y consta de cuatro episodios; tres de ellos –Las Vacas, El Tuerto y La Potranca– realizados por Reuter y uno –Nuestra Señora– por Hans Beimler. En buena medida los actores que integraban el elenco no eran profesionales. Los stills aquí reproducidos [en Luna Córnea 24] formaban parte del archivo de Cine Mundial y venían firmados por el propio Reuter. |Patricia Gola

– En Luna Córnea 24. México Cinema (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2002, Bilingüe).

Luna Córnea 24. México Cinema, disponible en línea

LC 24

El número, además de revisar la iconografía existente de algunas filmaciones que, de una u otra manera, marcaron a la cinematografía nacional, se detiene en la presencia de Agustín Jiménez y su estudio, hace un recuento de los contactos que Manuel Álvarez Bravo tuvo con el cine, y explora, entre otras cuestiones, aquellos elementos que confluyeron para que se fundara en México el primer cineclub, presidido por Bernardo Ortiz de Montellano y del que el propio Álvarez Bravo formó parte. Asimismo, la presente edición hace un repaso de las particularidades del still y las lecturas que esta expresión independiente –en ocasiones, el único documento que sobrevive de una película– permite.

Armando Bartra se refiere en su artículo “Un grito pegado a la pared” a la gráfica que en la década del cuarenta y el cincuenta acompañó a la industria del cine nacional, específicamente al trabajo realizado por refugiados españoles como Josep y Juanino Renau, Ernesto Guasp y José Espert, entre otros. James Oles escribe un ensayo sobre los trabajos cinematográficos de Emilio Amero, que viene acompañado por una muestra de sus fotografías, realizadas a fines de los años treinta. Gabriel Figueroa Flores relata, en entrevista, los contenidos del archivo de su padre, integrado, entre otras cosas, por cerca de 20,000 filminas.

Así, Luna Córnea se detiene en ésta, su edición número 24, en el estudio de la obra realizada por aquellos fotógrafos que incursionaron también en el ámbito del cine, ya sea como fotógrafos de fijas o como cinefotógrafos, y pone en evidencia que en numerosas ocasiones el ámbito de la fotografía ha estado vinculado con el de los hacedores de ficciones o documentos para ser proyectados en la pantalla grande.

Ver en línea:

http://bit.ly/1489kk6

– Luna Córnea 24. México Cinema (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2002, Bilingüe). Agotado