Hace casi dos décadas di un taller en el Centro de la Imagen. Patricia Mendoza me invitó, ya que habíamos coincidido en Coyoacán en algunas lecturas de poesía y trabajado juntas en algunas películas. Me emocioné pues Patricia es un ser inspirado y amable, aunque también pensé que yo no tenía nada que enseñar a los escritores ni a los fotógrafos, por lo que era una locura aceptar dar un taller sobre texto y foto.
Practiqué toda una tarde frente al espejo lo que diría el primer día. Tomé el tiempo: dos horas. Más que suficiente. Seguramente las dos horas restantes se organizaría la discusión colectiva y me sentaría tranquilamente a escuchar. En los primeros cinco minutos había consumido lo que en casa llenaba el tiempo necesario. Cuando me di cuenta de que me había atragantado las palabras, fue muy tarde. Adelanté la discusión colectiva, aterrada de que el vacío interior me hiciera perder el control y me pusiera a llorar o reír a carcajadas, como acostumbraba, de puros nervios. Les solicité un texto al vapor, con eso me salvaba.
La sorpresa fue mayúscula pues el grupo mostró inquietudes muy interesantes. Algunas cuartillas estaban mal redactadas, pero llenas de chispazos. Luego resultó que había no sólo fotografías increíbles sino también proyectos de libros que, si bien en ciernes, prometían ser muy estimulantes. No podría hablar de todos los que integraron aquel taller pues les perdí el rastro a muchos de ellos, pero con algunos integrantes continué la amistad y seguí de cerca sus trayectorias.
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– En Luna Córnea 33. Viajes al Centro de la Imagen I (Conaculta, Centro de la Imagen, Cenart, 2011). Disponible en librerías Educal http://www.educal.com.mx