… Recuerdo la primera vez que vi a un travesti. Fue un momento que me conmocionó y se quedó guardado en mi memoria. Tenía entre siete u ocho años de edad. Acompañaba a una tía a hacer unas compras en el mercado central de Acapulco.
Pasamos frente a un puesto de frutas y ahí estaba «él», con su cabello chino, muy moreno, brazos fuertes, los párpados pintados con sombra azul eléctrico y sus labios rojos.
-Pásale güerita -le dijo a mi tía-.
No sé si su voz o cuerpo me provocaron confusión o asombro.
– Tía, ¿y él qué es? -pregunté-.
– Ah, él es un chico chica -me contestó-.
No hubo más respuesta que esa. Yo tampoco hice más preguntas.
El proyecto surge de mi asombro ante los travestis. Me sorprende la capacidad que tienen para convertirse en «mujeres» increíblemente bellas. A través de rellenos dan nuevas formas a su cuerpo; con pelucas y maquillaje modifican sus facciones y feminizan su mirada.
A los travestis se les llama comúnmente «vestidas», de donde deriva el título de la serie. Lo que hago, es despojarlos de su ropa y entonces quedan «desvestidas». Es ahí donde se hace evidente la parte masculina, y se genera un juego de doble identidad entre lo masculino y lo femenino.
Haciendo uso del cliché y la obviedad, he representado diferentes historias que hablan de mujeres reales y utópicas.
Ver galería:
– Luis Arturo Aguirre Ceballos se hizo acreedor al Premio en la XV Bienal de Fotografía. La muestra se exhibe en las galerías del Cenart hasta el 26 de abril de 2013.